ENTREVISTA JHAFIS QUINTERO - SWAB SOLO

on viernes, 3 de octubre de 2014


Jhafis Quintero (Chorrera, Panamá, 1973) vive y trabaja entre Verona y Ámsterdam. Residente de la Rijksakademie van beeldende kunsten entre el 2010 y el 2011. Participó en la pasada edición de la Bienal de Venecia en el IILa-Istituto Italo-Latino Americano (2013) y en la Bienal Cetroamericana (2008). En palabras de Virginia Pérez-Ratón "su propuesta artística se construye desde la experiencia personal en el universo del encierro, del silencio, de la inseguridad, pero también de la imaginación y la creatividad orientada hacia mecanismos de supervivencia."
Su trabajo está representado en Swab Solo por la galería Analix Forever (Ginebra)

Direlia Lazo: Presentas en Swab Solo una serie de videos que realizaste a partir de una experiencia de confinamiento. ¿Me pudieras hablar más de este proyecto?
Jhafis Quintero: Mi trabajo está muy relacionado con el contexto de la prisión y las necesidades básicas del ser humano que emergen en situaciones de este tipo. La serie se inspira en los diez años que viví en confinamiento y decidí realizar un video por cada año partiendo de situaciones cotidianas de la cárcel. Uno de los videos que presento, La hora garrobo(2013), habla del derecho de ver y sentir el sol. En la cárcel no había posibilidad real de ver algo natural como el cielo. Recuerdo que había un hueco en la mitad del techo por donde se filtraban los rayos del sol brevemente y ésa era la hora del garrobo. Es curiosa la relación que se ha establecido entre la luz del sol y la libertad, la luz del sol funcionaba en ese contexto como un espacio de libertad funcional y a la vez psicológica. Otro de los videos de la serie y con el que más me identifico se llama Sólo comunicándonos existimos (2012) que tal como indica el título habla de la necesidad de comunicación que tenemos como seres humanos. En la cárcel el aislamiento se utiliza como método de castigo. Te mandan a un bloque de celdas especiales alguna de ellas con unos agujeros en los muros, hechos por los propios presos, que permiten comunicarse entre celda y celda. Siendo conscientes del riesgo de que te puedan apuñalar la cara o el cuello a través del agujero, los presos hablan mientras están en constante movimiento para no ser un blanco fácil. No les importa poner en riesgo su vida siempre y cuando puedan seguir comunicándose. En estas circunstancias, la necesidad primordial no es mantenerse con vida sino poder comunicarse. Como si tu instinto de preservación desde la prisión fuera la comunicación.


Reflexionar a partir de la violencia es un hecho muy recurrente dentro del arte latinoamericano. Por lo general estas reflexiones suelen partir de situaciones ajenas, casos de estudio, referencias al ‘otro’, sin embargo en tu caso hay una exposición no sólo de una experiencia muy íntima sino también de tu persona. ¿Cómo tomaste esta decisión?
La decisión casi la tomaron otros por mi. Cuando salí en el 2005 el sistema judicial costarricense decidió poner en el web las fichas de todos los que habíamos estado en prisión. De manera que estábamos sometidos imparcialmente a un abuso de la privacidad. Ante esta sobreexposición involuntaria, mi vida personal ya estaba en las redes decidí darle la vuelta a la moneda y utilizar esa exposición para mi obra. Además de que sentía una gran necesidad de contar esta historia que se aplica a muchas situaciones no sólo a las de confinamiento



Sientes que es un tema que puedes trabajar repetidamente.
Yo lo veo más como un sujeto antropológico. Es un tema que tiene muchísimas capas y que me interesa continuar investigando. Por supuesto que tiene que ver con mi memoria personal pero me interesaría vincular nuevos conocimientos y utilizar otros soportes como el performances, la literatura no sólo el video y aportar así otros ángulos y lecturas.

Pero al mismo tiempo le tengo mucho miedo a la repetición. Precisamente el video All the way (2014) trata de este miedo. De algún modo se inspira en un poema de Charles Bukowski, donde se refiere a que el verdadero castigo no es el confinamiento sino la repetición, es más estar condenado a comer la misma comida, llevar el mismo color de ropa, ver las mismas paredes, tener el mismo vecino… En esta situación de repetición el tiempo se atrofia. Es un sentimiento brutal que te da la impresión de que te vas a quedar eternamente en ese mismo momento. Las personas en prisión se han inventado diferentes métodos para salir del encierro que implica la repetición. Los tipos se inventan unos métodos increíbles para crear rupturas en lo cotidiano: se ponen ajos en la boca para que les suba la temperatura, se cortan las venas, otros usan clara de huevo y polvo de concentrados de refrescos para simular esa flema que te da cuando estás convulsionando y todo esto para que te saquen a urgencias.  El premio que obtienen es poder ver desde el carro de la prisión, por la rendijas, algunos fragmentos de la realidad: personas que pasan, carros, las llantas del carro o las manchas verdes de un prado. En este video hablo de esa necesidad de romper con la rutina que dentro o fuera de la cárcel todos sufrimos la rutina.

Ahora que mencionaste el uso de otros medios como el performance aprovecho para preguntarte por el performance que realizaste en la pasada Bienal de Venecia.
La acción se llama Prótesis (2013) y habla sobre cómo en ocasiones tienes que inventar soluciones prácticas e inmediatas para salir de situaciones urgentes. En el contexto de la prisión, una vez que se cierran las celdas a las seis de la tarde las limitaciones se incrementan. Si tenías deseos de fumarte un cigarro no puedes porque tienes encima a un policía que te lo impide. Las celdas están ubicadas a unos 5 o 6 metros de distancia y aquí entra en juego la creatividad pues en algunas celdas existen unos personajes que han desarrollado la habilidad de tirar a través de las rejas el cigarro o dinero usando un pequeño peso de plomo. Unos tipos con una precisión increíble que precisamente por su habilidad gozan de cierto estatus en este medio. Para la acción de Venecia me inspiré en esta situación y le iba regalando dibujos al público usando este método, de manera que el público momentáneamente se convertía en malandros. Pienso que el tema de la estética siempre está contenido dentro del problema de las necesidades vitales. En Panamá, como en otros países de la región le dicen artistas a los malandros –artista aquí tiene que ver con una capacidad creativa y habilidad de desenvolvimiento en la vida. Siguiendo esta línea en es contexto todos son artistas.
  
¿Cómo decidiste materializar esta experiencia a través del video? ¿Has explorado otros formatos?
Los videos fueron pensados como tales en base a performances. También he hecho varios objetos, publicaciones. Por ejemplo una de mis primeras obras fue un libro que medía de 12×12” con fotografías que documentaban una colección de armas y objetos decomisados en la prisión. Hice otro libro que se llama Máxima seguridad y consiste en un manual en el que están plasmadas todas las instrucciones de cómo sobrevivir dentro de una prisión. Yo nunca había visto un manual de prisión que te dé realmente consejos que te puedan ayudar a sobrevivir cuando eres novato. Después de 10 años de prisión yo pude hacerlo paso a paso porque conocía. A partir de ese instructivo realicé un performance en el que entregué todos esos libritos en algunas prisiones a presos novatos durante los días de visita. También utilicé redes internas que yo conocía para que hicieran circular los manuales dentro de la cárcel. He realizado también dibujos en cemento, una serie que se llama Denuncia secreta (2011).
  
Tu trabajo siempre me remite a lo recurrente del tema de la violencia en el arte latinoamericano. ¿Cómo tú lo percibes?
Yo pienso por ejemplo que en el contexto de Panamá, el valor del arte está relacionado con la urgencia. La violencia es parte de lo cotidiano en Latinoamérica. Cuando la gente sale de su casa, no tiene la certeza de que va regresar y de manera inconsciente se vive pensando en la muerte. Por eso se vive el día a día con tanta intensidad. Por otra parte, cuando sales de tu contexto abusas de la dimensión real de las situaciones de violencia volviéndose un asunto un tanto dramático. Por eso para mi es importante mirar desde fuera u otros contextos para poder hacer ajustes y encontrar un equilibrio justo para tratar estas temáticas.

¿Alguna vez te has sentido segregado por el tema de tu obra?
Lo que sí me ha ocurrido algunas veces es que catalogan con el cliché de lo exótico. Efectivamente te puedes quedar solo en ese nivel pero yo pretendo que mi trabajo sea inteligente, tenga vitalidad y trascienda la lectura más básica del tema de la cárcel. 
 
 

En qué tipo de proyectos estás trabajando actualmente?
Estoy terminando el último video de la serie, el video número 10, y en paralelo estoy trabajando en una escultura interactiva que habla del tema de los santos chamos en Venezuela. Se trata de un sincretismo que no es colonial sino más bien social.  Los santos chamos son unos jóvenes que fueron abatidos por la policía y que han sido canonizados de manera alternativa. La gente le hacen esculturas donde se ven con sus pistolas, y las nuevas generaciones de criminales ven en estas figuras sus santos de protección.