De la serie Arquitecturas
leves, 2006 -2015, Lona y
maderas recicladas, dimensiones variables.
Fredy Alzate nace en Medellín, Colombia en 1975 en donde vive y
trabaja.
Realizó sus estudios de Artes Visuales en la Universidad de
Antioquia y una Maestría en Producción Artística en la Universidad Nacional de
Bogotá. En su trabajo, Fredy Alzate busca configurar narrativas distópicas a
partir de contextos geográficos o políticos específicos. Reflexiona sobre
la naturaleza amenazada, el cambio climático y el urbanismo desenfrenado a
través de estrategias que revisan el uso y abuso de los recursos naturales en
contextos occidentales; la arquitectura espontánea, la recursividad propia de
situaciones contingentes y la emergencia del habitar, desplegando la
espacialidad que generan objetos e instalaciones que crecen desde la conciencia
del vacío resultante de “la extracción” (como metáfora paradójica de la idea de
desarrollo), y la alusión espacial gráfica en expansión de modelos
interpretativos de fenómenos culturales.
Esta representado por la galería de La Oficina de Medellín en donde actualmente presenta la muestra individual Horror
vacui.
Carolina Ariza: ¿Nos podrías presentar las grandes líneas
investigativas de tu trabajo?
Fredy Alzate: Mis investigaciones han girado en torno a problemas
urbanos desde hace unos diez años. Me interesa encontrar signos que expresen
los modelos en que se ha venido construyendo la ciudad latinoamericana, y para
esto me he dedicado a analizar las relaciones entre sujeto y territorio, revisando
específicamente las periferias urbanas de Bogotá y Medellín en Colombia. También
he buscado expresar sistemas de representación arquitectónica donde se
contradice el ideal de la ciudad moderna, volviéndose antítesis lo que pretendieron
esos modelos importados europeos. Para ello pongo en tensión los procesos de
urbanismo determinados por lo institucional con los procesos espontáneos que se
van dando por las necesidades específicas de los sujetos, lo que me hace comprender
que la arquitectura vernácula se desarrolla en función de lo que las personas tienen
en su entorno, así como de los procesos constructivos heredados o adquiridos
que ponen en obra.
CA: ¿Te refieres a las barriadas… a las favelas, o como se les dice en
Medellín las comunas?
FA: Me refiero a las comunas de escasos recursos situadas sobre todo
en barrios periféricos, donde los procesos de urbanismo se inician con barrios
de invasión que poco a poco van accediendo a los servicios públicos. A pesar del
proceso de regularización del urbanismo, su existencia misma denota las fallas
del sistema. Mi trabajo se inspira de las formas de pensar la materia presentes
en esos procesos constructivos, vinculando estrategias para resolver problemas básicos de supervivencia, pero que
también son ornamentales. Intento trasladar esas situaciones contingentes, expresadas, por ejemplo, en la
precariedad de las construcciones, a mis propios procesos escultóricos, en los
que aplico estas mismas lógicas, buscando generar resonancias con estos contextos urbanos. Me
interesa también buscar paradojas para activar narrativas en el campo de la producción
pictórica, gráfica o escultórica, que alerten los imaginarios y que nos lleven
a repensar los modelos preconcebidos que
tenemos de la ciudad.
Lugares en fuga, 2014, Intervención MAMM Medellin,
Colombia. Fotografías Carlos Tobón.
Boceto, intervención Lugares en
Fuga II, 2012, ARTBO (Feria de Arte de Bogotá), Acrílico y transfer sobre
lona 20 x 25 cm.
CA: ¿Cómo funciona el trabajo de terreno que haces? ¿Cómo incursionas en el contexto
de las comunas y cuál es la relación que estableces con el material?
FA: El trabajo de campo me permite descifrar esos procesos
constructivos, analizarlos desde acciones determinadas por el bricolaje, por el
uso recurrente de materiales diversos tales como residuos industriales o cosas
de segunda mano. Yo aplico esa misma lógica en la búsqueda de materiales para
la escultura, a veces voy a depósitos o a lugares de reciclaje y precisamente
lo que hago es usurpar esos modelos, esas formas de pensar desde la materia y
la estructura, para luego establecer un
diálogo con la gramática escultórica. Intento generar sensaciones que son
próximas a mí en campo artístico; a veces pongo situaciones en equilibrio que
pueden permanecer o caer en el espacio
de la galería, y el espectador presiente estas situaciones como temporales, susceptibles
de cambiar durante el tiempo de la exposición. Por eso me interesan bastante
los work in progress, que son situaciones
que se provocan en la sala pero que durante el tiempo de exposición van cambiando,
ya sea porque las materialidades ceden o colapsan -y en ese caso las
reconstruyo-; o por estrategia y metodología. Yo asumo la necesidad de estar
cambiando constantemente las formas y la relación con el espacio. En síntesis,
diría que intento trasladar al pensamiento escultórico la misma dinámica de
movimiento y cambio que caracterizan a los contextos urbanos, sobre todo de los
sectores periféricos donde hay modos muy espontáneos de urbanización.
Quinta fachada, 2013, Tejas de zink, objetos encontrados,
metal, madera, piedras, ladrillos, plantas naturales, resina, 250 x 320 x 630
cm, Museo de arquitectura Leopoldo Rother, Universidad Nacional, Bogotá.
CA: Me interesa mucho esta idea que tienes de exaltar el equilibrio
tan frágil de estas construcciones, o este desequilibrio si se puede decir así,
porque se trata de construcciones muy efímeras o potencialmente destruibles con
cualquier movimiento sísmico o desbordamiento de un río.
FA: Ellas denotan precisamente esa fragilidad ante la fuerza de lo
natural, porque la lluvia o el viento incluso las puede afectar. Hay una imagen
que es muy recurrente en esos barrios, y es la presencia de piedras u otros
objetos sobre el techo posados ahí con el fin de evitar que el viento se robe
las tejas. Son imágenes que me ayudan a reflexionar sobre las formas de habitar,
sobre el significado de estas casas que parecieran ser más bien ser trampas,
cuyos techos pueden colapsar en cualquier momento. Intento trasladar a las
esculturas ese tipo de paradojas, poniendo en tensión las dinámicas de la
física, el peso de las cosas y su localización de acuerdo a las estructuras que
la soportan. Busco crear un extrañamiento en el espectador, similar al que yo a
veces tengo cuando realizo investigaciones de terreno y me asombro al ver esas
estructuras que pueden permanecer en el tiempo, en equilibrio o en desequilibrio,
sosteniéndose en su precariedad.
Aluvión, 2012,
Intervención, Parque Biblioteca de Belén, Medellín, Colombia, Madera, hierro,
zinc, objetos encontrados, 500 x 450 x 600 cm, Fotografía Carlos Tobón
CA: Las condiciones sociales y materiales del contexto determinan
entonces tu producción plástica, pero ¿de qué modo la utilización de desechos o
de materiales pobres o blandos, como los llamas tu, se convierte en un material
crítico de la obra o del contexto?
FA: Creo que la mayoría de los materiales, las formas o las estructuras
que realizo, así como las situaciones que creo en las salas de exposición (en donde
problematizo por ejemplo el piso, el techo, las paredes), se visualizan
precisamente por la situación en la que se presentan. A veces pueden ser
estructuras muy abstractas, otras veces se crea una relación muy directa con el
referente. Creo que eso me permite traducir desde la gramática escultórica un
poco de la experiencia que tengo en la ciudad, sobre todo la latinoamericana donde
los sistemas tienen muchas fallas a todo nivel. Tomando como punto de partida
el urbanismo, quisiera hablar de la ausencia del Estado en los procesos de
urbanización en los cinturones de miseria, de la condición del ser humano que está
constantemente sobreviviendo a reveses sociales, políticos, pero también a
otros ligados al territorio y la naturaleza, que se vuelven amenazas constantes.
Mis obras hablan del sujeto y de las formas de habitar, pero también dan cuenta
de un estado de las cosas, de las experiencias que permite la ciudad de acuerdo
a los modelos de urbanización; hablan también de la ideología de los latinoamericanos,
quienes logran superar la adversidad con lo que tienen en sus manos. También
hago una lectura desde lo estético, porque me maravilla el uso de la materia y
las formas intuitivas que las personas desarrollan para poder construir un
techo, una pared, o el uso que le dan a los objetos encontrados para reparar
sus casas.
Scarabaeus laticollis, 2015, Objeto en neumático reciclado, 2
metros de diámetro. Intervención Bario la Honda, Medellín, Colombia. Fotografía:
Rodrigo Díaz
CA: ¿Puedes hablarnos más concretamente de “Escarabajo Pelotero”? Es
una obra que utiliza neumáticos reutilizados, que supongo recuperas, y que por
lo demás es un material con el que creo que ya has trabajado en otras ocasiones...
FA: Escarabajo Pelotero es
la traducción del nombre del escarabajo andino en latín, Scarabaeus laticollis. El título de la obra proviene de la metáfora
que propongo utilizando al insecto como una analogía de las formas de habitar. El origen de esta idea remonta a
varios años atrás, cuando me di cuenta de la existencia de un sistema de
acueductos informales e ilegales que recorren las callejuelas y los vericuetos
de un barrio de Ciudad Bolívar en Bogotá. Esa imagen, con todas esas conexiones
expuestas, me hizo concebir una manera muy paradójica de pensar la ciudad como
un enjambre de redes o nervios expuestos: a raíz de esa sensación que tuve con
la materialidad, con el tubo negro hecho de neumático que servía para hacer los
empalmes, fui adoptando poco a poco este material. Experimenté bastante con él;
creando objetos amorfos que hacían referencia a estos sistemas de acueducto,
buscando crear con ellos un extrañamiento en el espectador frente a este tipo
de cosas insólitas que genera la urbanización espontánea.
Posteriormente fui acogiendo
otra referencia: la esfera, una esfera de materiales de múltiple procedencia, compuesta por pedazos
de neumático que se reciclan y que permiten construir esta forma que aún siendo
esférica conserva muchas irregularidades, muchas imperfecciones. Decidí
utilizar metafóricamente la figura del escarabajo porque ellos van arrastrando
el estiércol y la tierra y van haciendo una bola que termina siendo su casa. Me
pareció que la imagen del insecto podía servir para crear una potente analogía
con la imagen de la gente que transporta en carretas materiales encontrados y
desechos industriales, objetos diversos recolectados con el fin de utilizarlos
posteriormente para construir sus casas. Quise entonces hacer esa analogía
entre esa casa que se arrastra, que se lleva, que rueda, con la imagen de los escarabajos,
que hacen lo mismo y que luego depositan sus larvas al interior. Esta analogía
también contiene una referencia al territorio: el escarabajo pelotero es de la
zona andina, una zona geográficamente accidentada, y aquí en Medellín he visto la
dificultad con que la gente transporta sus materiales o sus enseres a zonas muy
altas, cuyos accesos son a menudo senderos o escaleras de barro.
CA: Pero la forma esférica es recurrente en varias de tus obras, estando
presente por ejemplo en otra de tus obras: “Lugares en fuga”. Es interesante el
hecho de que traslades problemas locales hacia una problemática universal, y en
este sentido me gustaría que desarrollaras un poco más el tema de la esfera.
FA: La forma esférica me gusta porque induce movimiento, y yo creo que
algo que caracteriza a la sociedad latinoamericana es su continuo cambio, su devenir
constante causado por muchos flujos sociales, políticos y económicos, que en
definitiva son las fuerzas que jalonan el crecimiento abrupto que experimentan nuestras
ciudades latinoamericanas. La esfera en el proyecto Lugares en fuga, 2012, simboliza el desplazamiento intra-urbano que
se ha venido dando en la ciudad de Medellín desde los últimos quince años,
donde familias y grupos humanos de gran tamaño se han visto desplazados dentro
de la misma ciudad. Esta problemática social me hizo pensar en la ciudad no
como un sistema, sino, más bien, como un conjunto de espacios, por lo que el
desplazamiento forzado de esos grupos humanos vendría a ser como una migración
de mundos. La utilización del ladrillo reciclado
en las obras es una referencia directa a los barrios pobres de Medellín y a estas
formas de habitar la ciudad que son determinadas por los límites imaginarios
que se establecen a causa de las disputas entre milicias urbanas .
Ahora con este proyecto Scarabaeus
laticollis volvió a aparecer la esfera y esta idea de una cosa móvil que
cambia, que muta, que está rehaciéndose, que se acumula, que se densifica, y
creo que tiene que ver con las sensaciones que me generan los modos en que
crece la ciudad latinoamericana. Es una amalgama de cosas heterogéneas y por lo
mismo es difícil pensar algo estable, en cambio uno vuelve a Europa después de diez
años y pocas cosas han cambiado. En Latinoamérica por el contrario, cada año
uno siente cómo se modifica el paisaje urbano. Es algo que está muy presente en
ciudades como Sao Paulo, Medellín, Caracas, Bogotá, Ciudad de México, y es esa
movilidad, esas mutaciones son parte de lo que quiero hacer presente en los
proyectos que desarrollo.
Geografías deshechas, 2013, 1200 llantas recicladas, sonido
amplificado, 5 x 5.4 x 8 mt, 43 Salón (Inter) Nacional de Artistas
Colombianos, 2013, Jardín Botánico Medellín. Fotografía Rodrigo Díaz.
De la serie Lugares en fuga, 2011, Acrílico sobre
lona, 195 x 200 cm. Cortesía del artista.
CA: Tus dibujos son de una calidad plástica muy fuerte. Me gustaría
que hablaras de esa relación que estableces entre el objeto, la fotografía y el
dibujo.
FA: Más que un problema escultórico en particular, me interesa el arte
contextual o lo que se denomina contemporáneamente arte relacional. No tanto
las formas autónomas que se definen en sí, sino las relaciones que éstas pueden
generar con un contexto determinado. Me gusta la escultura por la capacidad que
tiene de generar referencias a otros contextos, a problemáticas urbanas determinadas.
Este proyecto podría definirse como un gesto relacional: cuando yo desplazo el
objeto creado a barrios con tipologías urbanas similares a las que encontré en
su momento en Ciudad Bolívar de Bogotá, se genera una experiencia muy fuerte con
la comunidad; un extrañamiento frente a este volumen creado a partir de la
lectura de sus propias prácticas constructivas. Esta experiencia aporta
elementos muy relevantes a nivel del proceso de investigación, de ahí la
necesidad de estas referencias cruzadas, de pensar el objeto en sala pero
también con la interferencia de una fotografía o un video que lo muestra en el
contexto que le dio origen.
Me interesan también las narrativas que permite el lenguaje gráfico, que
son más especulativas que la fotografía y el objeto, la cuales a veces limitan las
posibilidades de alertar imaginarios a partir de los cruces que puedo generar en
el proceso de investigación.
Yo siento que uno como artista lee signos y los desplaza a cada
lenguaje, y cada medio de expresión permite algunas cosas y otras no. Creo que
con los dibujos puedo hacer conjunciones muy interesantes entre las referencias
teóricas y prácticas que voy explorando por la vía de la investigación. El
dibujo crea puentes, enlaces que me permiten ampliar la narración o generar mayores
incertidumbres sobre lo que el espectador ve en la sala de exposición, para que
no se quede con la idea de que se trata netamente de un problema escultórico.
En ese sentido, siento que la referencia gráfica, unida a la fotografía del
objeto en terreno, van creando relaciones que permiten que el espectador le asigne
nuevos sentidos a lo que estoy proponiendo en ese despliegue de referencias. La
atribución de nuevos significados se hará en función de la experiencia que
tenga cada uno con la ciudad, y esto me gusta bastante porque permite que el
proyecto se torne polisémico. Como te decía anteriormente, me interesa partir
de esos fenómenos urbanos pero no limitarme a la ilustración de los mismos; me
gusta también generar inquietud en el espectador con el fin de que repiense las
dinámicas urbanas o incluso examine sus propias prácticas, sus propias formas
de habitar la ciudad.
Espacio negativo, 2015.Acrilico sobre conglomerado de madera
reciclado, escombros. 200 x 100 cm
Horror vacui, 2015. Instalación (3100 piezas en
fribrocemento, óxido de hierro). Galería
de la Oficina, Medellín.
CA: Cuéntanos sobre tu muestra en la galería La Oficina y sobre los proyectos que estás desarrollando en este momento.
FA: Estoy presentando una exposición que se llama Horror vacui, que significa miedo al vacío en latín, donde
reflexiono sobre diferentes fenómenos ocurridos en Medellín. El origen del
proyecto es la falla arquitectónica que presentó un edificio de estratos altos llamado
Space. La demolición subsecuente del mismo, su desaparición de la panorámica
urbana tenía como objetivo el ocultamiento de las fallas que presenta el
sistema de control de la construcción tanto en los estratos altos como en los
estratos bajos. Este proyecto es entonces una reflexión sobre el territorio,
sobre una geografía accidentada y la
densificación que ha sufrido la ciudad de Medellín, que teniendo poco espacio
construible, se va saturando cada vez más tanto en las zonas de estratos altos
como bajos. Esta densificación excesiva tiene como consecuencia que no haya
espacios verdes o vacíos, por eso acojo este término de miedo al vacío, por esa
necesidad acusante de llenar todo.
Esta exposición también es una reflexión sobre una ciudad que se
rehace sobre sí misma todo el tiempo. Medellín no tiene un centro antiguo, ya
que históricamente se ha ido demoliendo para dar lugar a nuevas construcciones y esta
dinámica constante lleva a que la exposición asuma la idea de una ruina
contemporánea y de un colapso permanente de estructuras.