Direlia Lazo habla con Arturo Hernández Alcázar - Solo Swab

on lunes, 21 de septiembre de 2015



Trilogía del Colapso: Nube Negra. Capital suspendido (Primer estado de transformación de la obra)
Objetos residuales y negro de humo
Sitio específico, dimensiones variables. Vista de la instalación en Museo Amparo, México, 2011


Arturo Hernández Alcázar, (Ciudad de México 1978), entiende su obra como un conjunto de residuos producto de procesos inacabados que lleva a cabo en contextos específicos y que incluyen una amplia gama de medios como la instalación, el dibujo, la escultura, los objetos y las intervenciones a sitios específicos. Su interés por desechos industriales o restos de arquitecturas demolidas o colapsadas, en síntesis, escombros y rastros de intercambios económicos los cuales reordena transformando y reinterpretando así su valor económico y simbólico. En su práctica destruye, cancela, disuelve y erosiona materiales como cobre, archivos, monedas, edificios, periódicos y escombros para ponerlos de nuevo en la circulación económica. La poética de Hernández Alcázar emerge de constantes procesos de transformación e investigación.

Estudió en La Esmeralda, además de participar en algunos seminarios de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM y el Centro de la Imagen, en la ciudad de México. Ha colaborado, gestionado y expuesto en museos y espacios independientes como Archivo en Proceso, en la ciudad de México, México; Ignacio Mejía, en París, Francia, Temporary Home, en Kassel, Alemania; y la Academia de Dusseldorf, en Alemania. Su obra se ha presentado en museos y galerías a nivel internacional como la 5ª Bienal de Moscú, Rusia; la 10ª Bienal de Estambul, Turquía; el Instituto de Arte de San Francisco, EEUU; el Museo de Bellas Artes de Boston, EEUU; el Museo de Arte Moderno, en París, Francia; el Museo Universitario de Arte Contemporáneo (MUAC), el Museo Amparo y el Museo de Arte Moderno, en la ciudad de México.



Trilogía del colapso: Nube Negra. Recesión del Capital (Segundo estado de transformación de la obra)
Vista de la Instalación en la Capilla del Arte, UDLA, Puebla, México, 2012

Direlia Lazo: Naces en Ciudad de México y te formas en “la cantera de los artistas mexicanos”: La Esmeralda. Coméntame de tus inicios en el arte.
Arturo Hernández Alcázar: Por un lado hay antecedentes familiares y de ahí, por mi tío José Antonio Hernández Amezcua, de Proceso Pentágono, una relación muy directa con la generación de los grupos de los setenta. Si bien yo era muy pequeño, recuerdo que conocí las instalaciones, los performances, la neográfica y sobretodo la postura política que los identificaba y eso me entusiasmó. Años más tarde estudié en La Esmeralda en un momento de transición en el que aparecieron excelentes maestros, artistas que estaban activos. No sé si es una cantera o no, pero en ese tiempo era una de dos opciones para estudiar arte en Ciudad de México. La otra, de donde han salido varios amigos y proyectos harto interesantes, es la ENAP (Escuela Nacional de Artes Plásticas) de la UNAM. Por cierto, en el tiempo en el que yo estudiaba, la UNAM se fue a huelga de estudiantes (1999) y eso fue un factor que también movió el escenario y a los actores. La Esmeralda, que forma parte del Instituto de Bellas Artes, se la llevaron al Centro Nacional de las Artes que se inauguró al final del sexenio de Salinas de Gortari (1994) y que fue más o menos un proyecto que certificaba al Estado Mexicano como rector y dador de la cultura en el país. Esto fue claramente parte de la lista de cosas que había que cubrir para entrar al club del primer mundo, al FMI y a las grandes ligas del capital y del neoliberalismo vía el Tratado de Libre Comercio. Esa fue la gran estafa del Salinato pero en medio de ese desmadre fue que aparecieron una serie de reacciones y una generación muy fuerte de artistas que pronto se involucraron con la escuela, acercando otras informaciones y abriendo otras formas de enseñar. Entre ellos Abraham Cruzvillegas, Luis Felipe Ortega, Sofía Táboas, Patricia Soriano, José Luis Sánchez Rull, Sarah Minter, y otros maestros más asentados como Alberto Gutiérrez Chong o teóricos como Eduardo Andión. 

DL: ¿Cómo fue tu primera exposición?
AHA: Fue chiquita. Tendrá casi 20 años que hice mi primera exposición. Mostré unos dibujos y grabados. En aquel entonces además de dibujar hacía grabado, aunque siempre tuve una filiación por lo experimental. Quizás no estaba tan políticamente comprometido en términos ideológicos como la generación de los grupos, pero digamos que en mi trabajo existe, desde el principio, una suerte de observación crítica sobre el contexto. La emergencia del zapatismo, en el 94, también tuvo mucho que ver con toda mi generación. Me involucré con los zapatistas y en los primeros años del alzamiento fui muy activo en ello. ¡Casi dejo la escuela de arte para irme a la selva! Me la estaba pensando pero al final creí que era en el arte donde podría hacer cosas que me interesaban, un lugar donde todo este aprendizaje podría crecer.
Cuando terminé La Esmeralda era uno de esos momentos de ebullición del arte mexicano –es como algo que pasa cada tanto–, donde empezó a surgir un mercado específico y la infraestructura e instituciones que daban cabida a una serie de producciones poco ortodoxas: el festival de performance en X Teresa, los festivales de Arte Sonoro, la aparición no sólo de galerías comerciales sino de espacios autogestivos con los que me involucré de inmediato. A la par aparecieron las grandes colecciones (Jumex y Coppel) así como la feria MACO. Yo creo que en un principio me hice a un lado de eso y junto con amigos, algunos egresados y otros que seguían estudiando en la escuela, organizamos un colectivo que se llamó Mutante (Aníbal Catalán, Verónica Gerber, Javier Hinojosa, Luis Carlos Hurtado y Gabriela Rodríguez). No éramos propiamente un colectivo que hacía obra en común, sino más bien que trabajaba en el mismo espacio y producía en sitios que nos prestaban arquitectos del gremio. Mantuvimos esa dinámica por unos tres años y luego se disolvió. Yo me quedé trabajando en el escombro, realicé varios proyectos con el arquitecto Jorge Ambrosi en sitios específicos, edificios a medio construir, obras detenidas por temas de licencias, algunas cosas en la calle y organicé varias exposiciones con colegas y amigos. Eso sirvió de base para mi trabajo posterior que se ha generado a partir de situaciones y contextos dados. Pienso en mi obra como proceso, como algo que está en constante transformación, siempre inacabado, oscuro.

DL: ¿Qué identificarías como un factor invariable en tu trabajo, aquello que se mantiene en el sustrato de tu obra independientemente de los contextos?

AHA: Diría que lo inestable, la colisión. La búsqueda de aquellas colisiones que dan forma a lo que somos, a nuestras relaciones con el espacio, a la construcción de contexto. Me interesa ese factor crítico, implícito o explícito, que determina los modos y sistemas de producción, así como la economía y comportamiento de una sociedad o contexGlenfiddichto. Por un lado, siempre hay un acercamiento histórico–humano e histórico-geológico que me ayudan a entender el lugar en el que estoy, para desde ahí poder sumar o alterar devenires de este lugar, de un edificio o comunidad.
Ahora mismo estoy haciendo una residencia en , un programa de residencias de artistas patrocinado por el whisky escocés del mismo nombre. El entorno de este lugar está definido por su actividad económica, o viceversa, y eso es algo que me interesa mucho: cómo la forma que toman las cosas, o que hacemos que tomen las cosas, tiene que ver una serie de factores que la afectan y determinan. La forma del río determina la forma de pueblo, y la forma del entorno y sus elementos determinan o hacen posible el destilado de cebada y finalmente al whisky, que es a lo que se dedica el 80% de la población aquí, ya sea por tradición familiar o profesión. Este pueblo existe por la destilería y la destilería a su vez existe por la forma que tiene el valle, y la forma que tiene el valle es resultado de una serie de condiciones geológicas, continentales, y así sucesivamente. Me interesa cómo todos estos factores generan migraciones, movimientos, materiales y residuos. Estoy trabajando en torno a una vieja destilería abandonada.


Intervención en destilería abandonado. Glenfiddich, 2015


DL: Por lo general tu obra se articula en una serie de procesos que parten de un gesto primario muy sutil. ¿Cuál será el gesto que funcionará como vórtice de tu propuesta para la residencia?
Pues será un gesto muy puntual. Estoy trabajando en el edificio de una destilería abierta a finales del siglo XIX y que a principios del siglo xx se quemó por un accidente pero después de un tiempo siguió trabajando en la experimentación de procesos de destilado hasta que quedó finalmente abandonada en los años ochenta. Todos los muros de la destilería están cubiertos por un hongo negro que crece atraído por la semilla de malta y los procesos de destilación del whisky. Lo que estoy haciendo es básicamente aplicar con una máquina industrial una presión de 200 bares sobre las superficies cubiertas por el hongo, erosionando el edificio y dibujando una línea de horizonte. 

DL: ¿Cómo trabajas la documentación de proyectos de este tipo?
Desplazar el hongo es un gesto primario que dialogará en su naturaleza temporal con el lugar, y en algún momento dejará de existir como obra. Para determinados proyectos entiendo la obra como un objeto en extinción, como residuo, como algo no atesorable, ni desplazable a otro entorno. Como un gesto que se devuelve a la naturaleza, que se integra al cauce de la economía negra o termina siendo deshecho. Existirá documentación, registros en videos e imágenes, dibujos y textos que me gustaría compilar en una publicación.


Casa explotando (Crisis de vivienda), 2015 (detalle)
Resto de construcción y pólvora trueno, 11,5 x 23 x 10 cm


DL: En Solo Swab presentaremos un conjunto de obras recientes en torno al archivo, a la acumulación y producción de capital, pudieras comentarme sobre estas piezas, sus orígenes y relación con el contexto mexicano.
AH: Cuando seleccionaba las piezas para Swab me parecía importante hacer un statement sobre el contexto actual mexicano. De hecho, creo que es imposible escapar del contexto y de señalarlo. Los últimos quince años han sido terribles; un país gobernado por una oligarquía en alianza con la violencia y el crimen. Periodistas, estudiantes desaparecidos, asesinados, respaldados por un cinismo gubernamental muy establecido e indolente, una suerte de cacocracia pornográfica. Sin embargo, creo que lo que pasa en México es resultado de una situación mundial, el dinero viene de todas partes, las drogas se consumen en todo el mundo, las armas no sólo vienen de Estados Unidos sino también de otros países. Es una realidad que se mete por los ojos, es una guerra que nos afecta a todos finalmente y me parece vital hablar del tema, no por su actualidad, sino por su drástica repercusión social. Ese fue el argumento central y luego decidí incluir una pieza que se relaciona directamente con el contexto de España y con la crisis inmobiliaria que tanto ha marcado la última década, una especie de paisaje contemporáneo.


Campos de error V, 2014
Impresiones fallidas de periódicos. 176 x 333 cm


DL: Me parece muy interesante la relación entre esta última pieza que mencionas (Casa explotando, 2015) y el video de la quema de un archivo muerto del gobierno (Prueba de humo, 2015) y cómo en ambas se da una connotación del polvo como metáfora de lo residual.
AH: Si, en Casa explotando cubrí de polvo un ladrillo que tomé de una obra que no se terminó, haciendo referencia a la situación de la burbuja inmobiliaria, un asunto que potencialmente explotó, mientras que en Prueba de humo dinamito un archivo de gobierno al que tuve acceso. No era un archivo de información clasificada, pero me interesaba más bien el acto de desaparecer información. La pieza tiene como antecedente un episodio particular que ocurrió en el 2013, cuando se produjo una explosión en un edificio de oficinas de PEMEX, la empresa petrolera estatal de México cuya intención principal fue la desaparición de archivos que contenían información de negocios corruptos. Las primeras imágenes que se publicaron en un diario mostraban a los soldados lanzando en cadena los archivos que aún estaban en el sitio para terminar de desaparecerlos. Por otro lado, es una pieza que habla de la sobresaturación de información, sobre el exceso, la súper producción de lo moderno y del capitalismo en su versión más feroz…


Prueba de humo (desaparición de archivos/reconstrucción de la memoria), 2015
Video HD, 7' 42'


DL: Me interesa cómo trabajas el archivo desde un gesto de negación, por lo general los trabajos con archivos conducen a una sobreexposición de la información, en un acto de develación, de rescate de algo destinado al olvido. Sin embargo, en el caso de Prueba de humo, lo que te interesa es visibilizar cómo se silencian estos materiales.
AH: Es una suerte de ejercicio de desaparición. Antes de que me interesara o entendiera cuál era la relación directa con este entorno de desapariciones masivas, de individuos, del estado y las ciudades normativas, la desaparición de una serie de valores modernos, yo ya había empezado a desaparecer mi trabajo. Quizás también respondió al hecho de que no tenía dónde almacenarlo, así que entendí el paso de las obras por el arte como algo temporal. Me interesé mucho por los trabajos de Cildo Meireles sobre la circulación, toda la poética de Tucumán Arde y la concepción del espacio público como lugar y destino de las obras, precisamente porque no podían dejar huellas porque de lo contrario serían perseguidos, entonces se produjo esa desmaterialización del arte, que tan elegantemente “occidente” lo define como el paso metafísico del objeto a la idea, cuando en realidad, en contextos como el de América del Sur, México o China, con el Red Point Center, el gesto respondía más a la necesidad. ¡Había que hacer y desaparecer antes que te desaparecieran a ti!

DL: Ya que mencionas a Meireles, hablemos de tus referencias. Muchos de tus trabajos site-specific me remiten a Matta Clark, ¿es consciente esta relación?
AH: Definitivamente. Yo diría que Matta Clark es de esos clásicos contemporáneos que desde que descubrí su trabajo me interesó mucho, tanto como Joseph Beuys, Vitto Aconcci, Piero Manzoni e Yves Klein, el arte póvera, Robert Rauschemberg, Smithson, Cage, Fluxus y un gran etcétera que componen lo que yo entiendo como un linaje de malditos pero mis referentes no sólo están en el arte sino también en la literatura y la filosofía, Deleuze, Becket, Manuel de Landa, el pensamiento no lineal.

DL: Retomando la selección de obras que presentaremos en Swab, una de las piezas de más presencia es Campos de error (2014), una serie de páginas de periódicos con errores de impresión, accidentes contenidos en el espacio “oficial de la información”. ¿Cuáles fueron los antecedentes de esta pieza y cómo se relaciona con el resto de obras en el stand?
AHA: Es una obra que remite a la forma y la pérdida de control de la forma, un entendimiento del accidente y la deformación como forma en sí. Son accidentes contenidos en las hojas de periódicos pero no están controlados, son errores aleatorios de la impresión. La primera vez que acudí a una imprenta de periodicos buscando materiales, descubrí que la primera parte del tiraje que resultaba de limpiar la tinta residual de las máquinas con las noticias del día anterior. Entonces se fundían en una misma página las noticias de dos días, dejando manchas irregulares, textos borrados, hasta que iba apareciendo el tiraje con las noticias del día completamente legible. Estuve yendo a la imprenta todos los días por un mes para recoger los ejemplares negros hasta que completé un mes (Septiembre 2001) y la amarré tal cual lo hacen los repartidores de periódicos.


Malas noticias, 2006
Periódicos impresos en negro y cordón plástico



DL: ¿Cuál es el título de esta pieza?
AHA: Se llama Malas noticias y la realicé entre septiembre y octubre del 2001, aunque fue hasta 2006 que se exhibió.

DL: ¿En qué otros procesos devino el descubrimiento de los errores de imprenta?
El proceso es más bien una constante, como te decía antes, una constante mutación dentro de la cual suceden o aparecen errores, cosas no previstas, encuentros fortuitos, acercamientos subjetivos, corporales y afectivos, materiales todos ellos de los que echo mano para tejer una serie de relaciones donde aparece eso que me interesa señalar: un sistema constante de colisiones. El error, el colapso, el traslape, el accidente es algo que siempre está y que aparece a manera de fuga del pensamiento funcional como otra posibilidad. En el error hay aprendizaje siempre y desde un punto de vista cognitivo, son el error, el ocio, la pereza, la deriva, el juego y toda una serie de relaciones subjetivas y poco prácticas, las que contrapuntean con el mundo de la eficiencia, la razón única, la función especializada, etcétera.  El error devela otra forma de entender el mundo o al menos, de estar y hacer mundo.

DL: Volviendo al inicio de la entrevista, comentabas de esa suerte de boom temporal del arte mexicano. En tu opinión, ¿qué está viviendo el arte mexicano hoy en día?
AHA: Diría que existe mucho poder en ciertos sectores del arte en México que apoyan la presencia de los artistas mexicanos en la escena internacional así como también ha llevado artistas a instituciones de renombre en México, que quizás hace 20 años era impensable. A nivel local se mantienen los proyectos independientes, autogestionados y dirigidos por artistas y el flujo de artistas jóvenes de otras partes del mundo también es muy activo.
Es evidente que la situación política reciente y actual ha impulsado a las generaciones más jóvenes a formar una conciencia política, algunos lo reflejan de manera muy inteligente y honesta aunque siempre existe el riesgo de sumarse a una moda de la violencia, del narco y otros engendros del neoliberalismo que sólo normalizan esa misma violencia. Me parece estúpido abordar el asunto de la violencia como cliché del arte mexicano o  peor, de lo mexicano, creo que es más bien tiempo de auto organizarse, de proponer salidas a una rabia, a un caos y al miedo ante la violencia del Narco Estado que se vive en México.