Santiago Vélez nace
en Medellín en 1972. Realiza estudios de Estética y de Artes Plásticas en la Universidad
de Nacional de Colombia sede Medellín, y actualmente realiza una maestría de
Producción e Investigación Artística en la Universidad de Barcelona. Está representado
por la Galería Lokkus Arte Contemporáneo de Medellín en donde presenta actualmente
la muestra individual Náufragos. Vive
y trabaja entre Medellín y Barcelona.
Santiago Vélez
fundamenta su investigación en torno a preocupaciones ecológicas, políticas y
sociales sobre el medio ambiente, del agua como elemento determinante y de la
relación que estos establecen con el hombre y sus comunidades.
Con instalaciones y
lenguajes multidisciplinares, observa las relaciones de desigualdad dentro de
entornos específicos y las implicaciones sociales que los problemas del agua
pueden tener a nivel global. Desde su instalación en Barcelona en el 2014, su investigación
gira en torno al agua como espacio fronterizo frente a los flujos migratorios
en Europa y la gestión política de estos en Europa y el mundo.
Carolina Ariza: Me
gustaría que contextualices tu trabajo, la relación tan fuerte que tienes con
el agua y cómo tu obra logra vehicular un problema social y medioambiental.
Santiago Vélez:
Siempre he trabajado mi obra a partir de preocupaciones concretas relacionadas
con el agua como elemento básico de la vida, pero también con las potencialidades simbólicas y visuales que
tiene. Desde hace unos diez años, esos intereses se fueron canalizando en
asuntos más puntuales como la relación entre el agua y el medio ambiente, o el
agua y los factores económicos, sociales y políticos.
Creo que eso tuvo
que ver con una serie de acontecimientos climáticos que afectaron al país y que
veía reflejados constantemente en Medellín y Antioquia: inundaciones y lluvias
torrenciales arrasaban con todo, luego sequías feroces dejaban pueblos
totalmente sedientos. Al ver estas contradicciones en los lugares que visitaba,
este problema apareció como algo palpable, del día a día, y me di cuenta que
todo está atravesado por el agua.
CA: ¿Y cuando
hablas del elemento simbólico a qué te refieres?
SV: Hay muchas
connotaciones simbólicas posibles, como por ejemplo el reflejo de narciso en el
agua, o la ilusión visual creada por los espejismos. También está la famosa
frase de Heráclito, para quien ningún hombre puede bañarse dos veces en el
mismo río, señalando así la posibilidad de trasformación no sólo del paisaje
sino también del ser humano. Todo esto estaba reflejado de algún modo en los
primeros procesos artísticos que desarrollé.
CA: ¿Y el aspecto
visual, también está conectado con esto que estás diciendo, no?
SV: Sí, tengo casi
una obsesión de querer recortar un pedazo del agua y llevarlo a una sala de
exposición. En el fondo esto responde a la necesidad que siento de trasmitir
las imágenes y formas acuáticas que veo, bajo la forma de fotografías, vídeos e
incluso objetos.
Estanque, 2005, Impresión digital sobre vidrio con resinas, 10 x 80 x 80 cm
CA: Recuerdo unas obras en vidrio, “Estanque”,
que representaban reflejos del agua en vidrios.
SV: Sí, era casi
una necesidad de copiar al agua, entonces fotografiaba los reflejos del agua e
imprimía las imágenes resultantes en un plotter trasparente, adhiriéndolas
posteriormente a vidrios y espejos justamente para aludir a esa posibilidad de
trasportar, de llevarme un pedacito, un fragmento de aquello que estaba
observando en un paisaje determinado. La necesidad de instalar esas imágenes
sobre espejos o algún otro material reflectante era también para sugerir una
condición narcisista de la imagen del espectador, que se veía reflejado en la
obra misma.
CA: ¿Cómo se ven
reflejados en tu obra los problemas sociales generados por el cambio climático
y las repercusiones económicas que éstos engendran?
SV: Yo empecé con
una cosa muy sencilla, que era la preocupación por las inundaciones o las
sequías: la necesidad de la gente de contener el agua cuando había inundación y
de almacenarla para cuando hubiera sequía. Pensando en trabajar esa
contradicción aparecen en mi trabajo las cajas de cartón llenas de agua, que no
siendo para nada un objeto idóneo para almacenar el agua, generan en vez choques
de sentido.
Por esa época
también empecé a interesarme en los efectos que genera la actividad minera en
el uso y consumo del agua. En Colombia, particularmente en toda la región
Antioqueña, hubo un nuevo boom de la
explotación minera que tuvo como consecuencia una explotación a ultranza del
recurso hídrico, provocada por la canalización inescrupulosa de ríos y
afluentes. Yo hice una investigación en el páramo Santa Inés en el municipio de
Belmira, cercano a Medellín, donde se sitúa la gran reserva de agua que surte y
abastece a toda la ciudad. En los alrededores de este lugar hay tres minas de
carácter artesanal, donde los mineros trabajan sin ninguna precaución, sin
protocolos de extracción ni de conservación del recurso hídrico, por lo que el
río recibe no sólo la tierra destruida producto del saqueo, sino también
químicos como el mercurio y el cianuro que van directo al agua que bebemos.
CA: En SWAB vas a
mostrar dos obras que me parece son bastante significativas, y una de ellas es “Ley
de páramos”, que precisamente está relacionada con el tema minero. ¿Podrías
hablarnos un poco más de esta obra?
SV: Ley de páramos nace justamente de la
visita al páramo Santa Inés del que hablaba antes y de la crisis medioambiental
que genera la extracción minera.
A pesar de que hay
proyectos de ley en Colombia destinados a proteger este tipo de lugares, éstos
no han sido aprobados todavía porque no tienen un apoyo suficiente en el
Congreso. Por el otro lado el oro se vende por ley: ley 100 es el más puro, ley
95 el metal empieza a ser impuro, entonces la idea era hacer un juego de
palabras con la ley. ¿Qué es lo que te impone la ley? La obra es un relato
sencillo sobre como sale el agua desde el páramo y como termina después de
haber pasado por las minas. Está compuesta de un video y de tomas fotográficas
del mismo, además de ciertos objetos como una batea, herramienta utilizada por
los mineros para el lavado de minerales, que presenta los efectos que generan
los químicos que son arrojados al río.
CA:¿A partir de qué
momento se empiezan a usar los productos químicos? ¿Cómo hacían los indígenas
para extraer el oro sin usarlos?
SV: Hay que decir
que todo el país está lleno de oro, y donde uno haga un hueco encontrará,
entonces lo que pasaba con los indígenas es que ese oro ya estaba fuera de la
tierra, no había necesidad de excavar tanto, porque corría por los ríos.
Los ingenieros de
materiales a los que consulto habitualmente para esta investigación me han
dicho que el elemento que siempre se ha utilizado para aglutinar es el
mercurio: es este material el que crea la amalgama. Pero parece ser que los
indígenas usaban unas hiervas, unas plantas, que hacen la misma función de
amalgamar. Incluso hoy día hay unas comunidades afrodecendientes del Chocó
(departamento cercano a Antioquía) las siguen utilizando y la diferencia con
los mineros actuales es el gran daño medioambiental que provocan estos últimos,
que viene de la quema del mercurio: no sólo lo arrojan al río, lo que ya es
terrible, pero lo peor es que para separarlo del oro después de haber obtenido
la amalgama lo queman y todos esos vapores se van al aire. Esto es lo que hacen
indiscriminadamente, sin ningún control. Lo hacen allí en una ollita, queman el
mercurio y siguen sus funciones.
Lo que se está
intentando promover a nivel global en este momento es evitar el uso del
mercurio, o en su defecto promover un uso contralado, pero lo que vemos tanto
en la minería ilegal como en la artesanal es que no hacen buen uso ni del
mercurio ni del cianuro, que es utilizado posteriormente con el fin de sacar el
último trocito de oro que quede en la arena.
Ley de paramos, 2015, video, 4:30.
CA: ¿Qué nos
muestra el video con el agua?
SV: El recorrido
del agua en todo el proceso minero: desde la extracción del páramo, su ingreso
posterior a los molinos de trituración, el proceso de la mezcla con el mercurio
y luego el estado que adopta en los tanques antes de ser arrojada al río.
CA: Me imagino que ocurre
un fenómeno de coloración del agua.
SV: Claro, se
vuelve arenosa, y luego de la mezcla con el cianuro se torna absolutamente negra.
CA: ¿Y las
fotografías qué nos muestran?
SV: Las fotografías
corresponden a fragmentos del video, elegidos justamente para mostrar la degradación
que sufre el agua en el proceso.
Ley de paramos, instalación dentro del proyecto Agua
Oro presentado en la exposición Contraexpediciones
en el Museo de Antioquia (Medellín), 2014.
CA: ¿Y la
instalación de objetos?
SV: Está compuesta
de bateas, un objeto muy básico en la minería que siempre está hundido en el
agua. La instalación tiene por objetivo mostrar el impacto que tiene el objeto en
este proceso de contaminación. La batea tiene tallado el dibujo del Río Nechí,
cerca a Medellín, en donde se realiza la extracción artesanal de oro. Son líneas
trazadas con vidrio con mercurio que representan el recorrido del río durante el cual el agua se va
contaminando. La instalación es entonces un mapa de estos lugares muy
problemáticos de la región de Antioquia.
Ley de paramos, 2015, objetos que componen la instalación: tanques de cianuración, urna de vidreo y batea de madera.
CA: La obra también
está compuesta por una urna de vidrio, ¿de qué se trata esta parte de la
instalación?
SV: Con todo este
problema minero de fondo, y considerando además que el gobierno está dando
muchas concesiones a empresas internacionales para la extracción, es obvio que
el problema es de política de gobierno. La urna connota también la idea de
patria. La bandera de Colombia está compuesta por el amarillo, el azul y el
rojo: el amarillo simboliza el oro y las riquezas; el azul, los ríos y los
mares; y el rojo la sangre que derramaron nuestros líderes independentistas. Lo
que yo hago es alterar la composición de la bandera: porque de riqueza ya queda
muy poco, ésta se transformó en un espacio vacío que reemplazo por una porción
mínima de oro. La parte del agua, los
ríos y el mar fue reemplazada por gotas de mercurio, y el rojo de la sangre está simbolizado por la
arena, arena que pasa por todo el proceso de triturado, porque lo que se está
desangrando es la tierra.
Lavado, 2014, Frottage sobre alcantarilla con tinta de billete
Río de la Plata, 2014, Figuras con billetes
Río de la Plata, 2014, Figuras con billetes
CA: “Río de la Plata”
es una obra que hiciste el año pasado, ¿puedes contarnos un poco sobre el
contexto de su realización?
SV: El año pasado
estuve viviendo algunos meses en Buenos Aires y poco tiempo después de mi
llegada me invitaron a participar en un proyecto. Quería hacer una
investigación sobre el río de la Plata, por lo que inicié un trabajo de campo
en el Delta del Tigre.
Yo había llevado
dólares para subsistir, que tenía que cambiar por pesos argentinos. En Buenos
Aires se manejan dos tipos de cambio: el dólar oficial y el dólar blue, que es pagado al doble del peso
oficial. Las casas de cambio del dólar blue
están instaladas en Florida, una
de las calles principales de la ciudad en
pleno centro, y los cambistas están siempre afuera, ofreciendo cambiar dólares,
euros y reales. A fuerza de recorrer tantas veces esta calle, me di cuenta que
el río de la plata es la calle Florida, todo este mercado seminegro llamado
“azul” se asimila al flujo del río.
Empecé a hacer
analogías con lo que veía allí, y la primera surgió del hecho de que a estas personas
que trabajan vendiendo dólares les dicen arbolitos, entonces empecé a hacer
arbolitos con los billetes de dos pesos, que es el de más baja denominación de
la moneda argentina. Estos bosques de arbolitos de Florida denotan también lo
que está desapareciendo, lo que se está devaluando, porque el dólar allí cambia
abrumadoramente cada día.
En el cruce entre
las calles Florida y Corrientes hay un desagüe, y puesto que todo lo que oía
constantemente en ese lugar era la oferta del cambio de monedas hice un video
muy sencillo del desagüe acompañado de la narración de la oferta constante del
cambio. Yo no tengo pruebas, pero creo que todo este mercado semiclandestino
tiene que estar ligado a un sistema de lavado de activos. No sé de qué forma,
pero tiene que ser así porque la disparidad entre el dólar de la calle y el
dólar oficial es muy fuerte. Teniendo entonces en mente esta idea de lavado de
dinero que yo no podía demostrar, me fui por la calle Florida buscando las
alcantarillas en donde estaba inscrita en relieve la palabra agua para frotar en un papel blanco y
obtener unas improntas de sus tapas. Es decir que hice un frottage con la tinta del billete. Esto me permitía mostrar
simbólicamente todo ese proceso de la perdida del valor que sufre la moneda al
pasar por el lavado de divisas.
CA: Me parece
interesante que cada elemento de la obra constituya una narración, cada
elemento habla de la experiencia vivida que tú vas trasformando en obra.
SV: En cada
oportunidad trabajo con un objeto o con una situación que me impacta mucho, y
es a partir de esa apropiación que empiezo a generar todas la relaciones con lo
que veo y lo que experimento.
CA: ¿Qué proyecto
estás desarrollando ahora?
SV: En octubre
presento una obra en el MDE15 que toca el tema de la migración. Muchos
africanos, chinos e incluso cubanos que vienen desde Ecuador están llegando a
Colombia y comienzan a recorrer el país de sur a norte, buscando llegar a
Panamá, pero todos se quedan atascados en Antioquia, en el golfo de Urabá. Hice
una investigación de terreno y lo que voy a presentar es el cómo y el por qué
de esta situación. Quise trabajar el problema de la migración, temática
recurrente ahora en Europa, pero no me tengo que ir tan lejos para ver que
también está ocurriendo aquí, en mi país. Algunos migrantes se aventuran por el
río Atrato hasta pasar la frontera con Panamá, lo que implica adentrarse en la
selva, territorio complicado de por sí y ocupado además por los indígenas Kuna.
En este momento estoy intentando desarrollar unas piezas con los indígenas
Kuna.
CA: ¿Es una travesía muy peligrosa?